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Psicóloga, especialista en dolor crónico, enfermedades reumáticas y fibromialgia

Blog

Blog de Milena Gobbo, psicóloga especialista en dolor y enfermedades reumáticas.

Información, ideas y novedades relacionadas con el dolor crónico, con las enfermedades que lo producen (fibromialgia, artritis reumatoide, cáncer, espondiloartropatías, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.) y con los estados emocionales que contribuyen a que se mantenga (depresión, ansiedad, estrés, etc.)

La historia de la chica que no sentía dolor

Milena Gobbo

No culpo a los periodistas. Sé que es difícil condensar en apenas unos instantes temas que son tan complejos que los profesionales necesitamos horas, meses, años de estudio y de profesión para poder entender. Así que es normal que siempre que me entrevistan me quede con mal sabor de boca. Como preguntándome ¿se entenderá? ¿Qué pensará la gente cuando oiga este programa de El gallo que no cesa? ¿comprenderá quien escuche lo que yo intenté explicar?

Esas preguntas me hacía respecto a la entrevista que me hicieron sobre el caso de Luda Merino. Luda fue adoptada en un horfanato ruso, en el que pasó los esenciales meses de su primera infancia. Cualquier psicólogo conoce de sobra los efectos devastadores que supone no tener figuras de apego seguro durante estos momentos iniciales de la vida, en los que necesitamos aprender todo lo que nos conforma emocionalmente. Luda debió pasar por muchas cosas sin ser atendida en sus necesidades. Incluido dolor muy fuerte. Seguramente tuvo, como tantos críos, cólicos del lactante, otitis, o cualquier otra patología con dolor, que no fue atendida. Ella aprendió eso, que no había respuesta, que nadie acudía a ayudarla. Y utilizó un mecanismo de respuesta protector. Si sentir no me sirve para nada, voy a dejar de sentir. Y en esas condiciones estuvo durante mucho tiempo, hasta que, probablemente gracias a su familia adoptiva y su entorno, que le creearon por fin ese apego seguro que necesitaba, Luda se dió permiso a sí misma para volver a sentir. Dolor y cualquier otra emoción.

Puede parecer que sentir dolor es algo malo. Pero no es así. Sentir dolor, tristeza, ira, ansiedad, miedo, culpa o vergúenza no son necesariamente cosas malas. Esas cosas nos movilizan a la acción para hacer cambios que nos pueden resultar beneficiosos. Así que no tenemos que verlos como enemigos. No sentir nada de todo esto es tan peligroso como sentirlo todo el rato. La palabra clave es equilibrio. Que las cosas puedan cumplir su función. Tan malo es sentir dolor todo el tiempo (que es ya considerado una enfermedad en sí mismo) como no sentirlo en absoluto, que también suele ser sinónimo de patología, consecuencia de eventos traumáticos tanto físicos como psicológicos.

¿Cómo es posible que no se sienta dolor? Me preguntan. Desde una perspectiva biologicista, puede parecer que eso no es posible. Si hay lesión necesariamente tiene que haber dolor. Eso piensa la mayoría de la población, incluso algunos médicos y psicólogos, aún a día de hoy. La realidad es mucho más compleja. El dolor es un fenómeno en el que pasan muchas cosas, y sería complicado contarlas todas en esta entrada de blog. Pero voy a intentar explicarlo de un modo lo más simple posible. El dolor es un fenómeno perceptivo. Eso quiere decir que nuestras terminaciones nerviosas reciben información, la llevan al cerebro, la procesan en distintas áreas (sensorial, emocional, cognitiva), y en función de la experiencia previa se emite una respuesta que puede ser de alerta (abrimos la puerta al dolor) o de cierre (inhibición del mismo). Nosotros mismos podemos "anestesiarnos", por increíble que parezca, del mismo modo que, otros de mis pacientes, sienten dolor todo el rato por estímulos que no deberían producirles ningún dolor, como el suave roce de una tela, o un sonido, o un olor. En ambos casos es nuestro cerebro el que decide que algo sea dolor o no lo sea, y lo hará en base a experiencias previas, personalidad y entorno. Más complejo de lo que parecía ¿verdad? Si quieres entenderlo mejor, y conocer más detalles sobre lo que es el dolor, a lo mejor te interesa este post: Plasticidad neurológica, dolor y psicoterapia.

Por último, quiero dejar bien claro que el fenómeno de la disociación no es algo vinculado al dolor. Hablar de disociación de dolor me parece confuso. La disociación es un mecanismo de defensa ante lo traumático que nos permite no re-sentir aquello que nos daña. Puede manifestarse de muchas maneras y no es un fenómeno exclusivo ni frecuente en los procesos de dolor. Es más habitual en los emocionales. Quizás por eso este caso haya llamado más la atención, porque no es frecuente. Pero no olvidemos que no sentir determinadas emociones es igual de peligroso que no sentir dolor. Hay personas deprimidas, con una tristeza inmensa a cuestas, que no son conscientes de ello. Parecen siempre alegres, son el alma de la fiesta y siempre están de chiste. Cuidado. Nadie puede estar contento todo el tiempo. Ahí pasa algo. Y si no se canaliza adecuadamente puede tener malos desenlaces.

Resumiendo: sentir es necesario. Sentir es bueno, incluso cuando los sentimientos no sean los "más amables". Lo que es malo, es sentir sin control, sentir en exceso, o no sentir nada.